Los tiempos que vivimos se caracterizan por un aumento de las afecciones y patologías relacionadas con el equilibrio emocional y los factores que hacen que éste se deteriore. Nuestras aulas no son ajenas a este fenómeno. ¿En qué medida condiciona este hecho la labor docente en el día a día de un centro de adultos? ¿Se puede actuar, intervenir, de forma efectiva de algún modo? ¿Se dispone de medios y condiciones adecuados?