Clara Eugenia Díaz Rey y Ricardo Martín Díaz
CEPA San Cristóbal
¿Qué tal? Aquí ando, en la mochila de la maestra; ya en esta semana me ha perdido aquí dentro en cuatro ocasiones, y en dos me ha dejado olvidado en el aula. Van a permitirme que les cuente algo, ya que no tendré que gastar tinta, mi fluido vital, ni tampoco papel, al ser estas líneas un registro digital.
Me gusta ser el boli de la maestra, te enteras de muchas cosas y en realidad soy un poco cotilla, y lo apunto todo. Aprovecho y les cuento uno de los últimos usos que me dio, sobre todo subrayando, tachando y poniendo aclaraciones a un texto. El texto, que estaba escrito “a ordenador”, era de un sainete costumbrista de un escritor tinerfeño, lagunero por más señas, D. Juan Pérez Delgado, conocido por su seudónimo, Nijota. Su título, El amor en bicicleta.
Comenzó a utilizarme para ese menester en una de las aulas de FBI del CEPA San Cristóbal. ¿Les dije que ella es maestra allí? Pues ya está dicho. Tenía varios grupos de folios y me utilizaba para numerarlos, y poner el nombre de alumnos del grupo. Con el paso de los días llegué a la conclusión que la maestra llevaba a cabo dentro de…espera… ¿con le oí explicarlo? Sí; dentro de la concreción curricular de ese grupo de Formación Básica Inicial un proyecto encuadrado en su taller de Patrimonio y Expresión oral. Vamos, un teatro leído, de los de toda la vida. Estuve del tingo al tango días, semanas, en otras clases, con otros grupos, como es menester, pero no veía la hora, de o bien desde la cómoda posición sobre la mesa, o en las manos de la maestra, o en las de alguna alumna o alumno, incluso desde la oscuridad de la mochila, disfrutar de como aquel grupito de señoras y señores mayores, veteranos de la vida, iban dando forma a su dicción y poniendo ganas, cristalizando aquella idea, que a mí, me iba encantando por momentos.
Así pude enterarme también de dos cosas que me llamaron poderosamente la atención. Una de ellas, era el seudónimo del autor. Dicen, y él mismo no sacaba del error a nadie, que don Juan firmaba Nijota desde que una novia tacorontera le dijo ante la pregunta de: ¿Cómo debe ser mi seudónimo? “De eso yo no sé ni jota, Juan”.
La otra, que una de las alumnas que hacía uno de los papeles, había conocido personalmente al escritor lagunero. Pero vuelvo a mi historia. ¡Qué delicia transmitir cosas, sin gastar mi tinta! Pasaron semanas, y debo decir que en algunos momentos vi peligrar la consecución de la idea, la terminación del proyecto. Parte del alumnado entraba en “modo miedito” y ponían disculpas para no hacer el papel, y también algún que otro proceso de enfermedad dejaba en cuadro al cuadro de actores.
Pero la maestra tiró “p´alante”. Hice algunos tachones, escribí nuevos nombres, ajusté algunas palabras de difícil pronunciación según la maestra… y continuamos. En uno de los ratos de café de la maestra, con otros compis maestros también, de Formación Básica Inicial, salió a relucir otro de los momentos en los que me vi relegado al fondo de la mochila, para dejar paso a mis primos los rotula de colores. Una charla-cursillo que se había realizado para iniciarse en el manejo de programas de edición de audio y los aparatos del recién terminado estudio de producción sonora del CEPA en la UAPA de La Verdellada.
La maestra quería que aquel teatro leído pudiera ser grabado con efectos especiales y convertirlo en algo reproducible como un podcast, y pedía colaboración a los asistentes al café. Hecho.
Unos días después, la maestra me prestó a uno de los maestros que asistieron a aquel café, para que hiciera anotaciones en otra copia del sainete; también el maestro colaboró en la perfección de la dicción y la entonación del alumnado actor.
¡Qué bien!, decía la maestra, mientras yo olvidado en su regazo, caía dando botes debajo de una silla. La verdad es que no veía la hora de ir a clase y escuchar los progresos de los actores, y sus preguntas sobre costumbres, gramática o historia que salían a relucir durante los ensayos.
Quedé olvidado unos días en la mesa de locución del estudio, hasta la mañana en que el resto de alumnos actores y la maestra, venían a realizar la grabación.
La maestra dijo: “¡Mira mi boli aquí!” “Sí -dijo el maestro-, lo tenía yo y cuando grabé el otro día, se me quedó olvidado”.
Elenco de voces de la grabación de la obra.
¡Qué guapada la grabación! También me sentí útil ante los tachones y anotaciones que hicieron conmigo. Como profesionales se comportaron los alumnos y alumnas que participaron, y oye una anécdota: a mí me utilizó para anotar el minuto y segundo exactos donde editar, cortar, borrar y pegar. ¡Jo!, que útil me sentí. Cuando terminamos ese día la maestra me devolvió a la mochila, y allí me dejé dormir. Estaba realmente cansado.
Diseño de una de las escenas preparadas en la presentación de la grabación del texto de El amor en bicicleta
No sé cuánto tiempo dormí, pero me despertó la mano de la maestra haciéndome cosquillas al buscarme en el fondo de la mochila. Cuando salí fue para ponerme en marcha rápidamente. Apuntaban conmigo en un folio, en uno de los despachos, los tiempos en los que podrían incluir imágenes en un Power Point con la grabación como fondo. ¡Por fin pude escucharla entera! ¡Qué bien sonaba! Me hacía ilusión oírla, pues sabía cuánto había costado el proceso.
Los maestros felicitaban a la maestra, la maestra a los maestros y todos comentaban el trabajo del alumnado participante y lo que había supuesto. Me sentí, de repente, levantado de la mesa, y entre risas, uno de los maestros escribió en un papelito de esos que se pegan, amarillos, mientras vociferaba:
¡Y… este golpe ya está dado! El resto se reía.
¿Café?, dijo uno. ¡Café!, dijeron los otros. Y quedé olvidado sobre la mesa, mientras la puerta se cerraba. Se abrió de repente y la maestra me cogió; y mientras me metía al fondo de la mochila, decía: ¡Ven aquí!… Qué estos dos son especialistas en desaparecer bolígrafos.
Me gusta ser el boli de la maestra. Otro día les cuento más de las cosas que hago con ella en sus clases, y cuando me presta, y cuando me pierde… Pero de momento, si quieres escuchar “El amor en bicicleta” de Juan Pérez Delgado, “Nijota” en versión teatro leído por alumnos de Formación Básica Inicial del CEPA San Cristóbal….